Luego del acuerdo con el FMI el Gobierno Nacional encara una nueva etapa en el desarrollo de políticas publicas para los argentinos.
El acuerdo entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional abre una nueva etapa en la gestión del presidente Alberto Fernández, que hasta ahora estuvo signada por los conflictos internos, la emisión monetaria sin control, una fuerte carga de incertidumbre en la economía y la derrota electoral del año pasado. Después del arreglo con los bonistas externos, se trata ni más ni menos que del primer gran problema de fondo que se logra resolver desde la asunción del Frente de Todos al poder, con el condicionamiento central de una pandemia despiadada que hizo volar por los aires todos los planes iniciales del Presidente.
Por un lado, el acuerdo le aporta un marco de relativa certidumbre a las variables económicas, y por el otro envía una importante señal de autoridad hacia el kirchnerismo más duro, que sostuvo hasta el último momento que el default no era el peor de los caminos. De hecho, sorprendió la evasiva respuesta del ministro Martín Guzmán sobre si Cristina Fernandez de Kirchner apoyaba los números acordados con el Fondo. El funcionario se limitó a decir solamente que en el Congreso se verán los apoyos que tendrá este entendimiento. Da la sensación de que el kirchnerismo más duro sigue teniendo reparos contundentes con el arreglo alcanzado el viernes.